Intemperie
Daniela tiene quince años, lo tengo claro, lo que no sé, es la edad de sus poemas, alguna vez fui a su casa solo para constatar de dónde sacaba el producto para hacerlos y a decir verdad, me sorprendió el almácigo tan bien cuidado, la estantería con la ubicación de palabras según fueran antiguas, modernas, conocidas u olvidadas y sobre todo, que no utiliza pesticidas sino abono orgánico extraído de sus lecturas.
Además, es una niña acostumbrada a vencer lo imposible, su vida es poesía sustentada por la magia que sucede cuando alguien arranca de la sombra para encumbrarse a la luz, en ese sentido a su madre y hada madrina Milagro Herrera Arguedas, le debemos el apoyo incondicional, vital e importante en el desarrollo de su talento.
Según los cánones debo hablarles de la obra, citar versos, medir la distancia entre un párrafo y otro para encaminarles, pero no acostumbro inclinar balanzas, ofrecer puntos de vista y repasar, entre otros detalles, el jugoso espectro de emociones derivados de los textos, ese placer es del lector.
Tampoco soy afecto a introducciones largas, entonces de una vez quiero decirles que, en poco tiempo, la poesía nacional tendrá una voz con alta resonancia y eco profundo en las nuevas generaciones.
Quizá me digan, es apenas una jovencita eso está por verse, pero en mí no cabe duda, la poesía mezcla lo atemporal con el hechizo y Daniela sabe hacer con dichos ingredientes, el conjuro que embelesa.
José Alfredo Ulloa Peñaranda.