La Niña que no quería vivir
Esta vez Lucía Paula López Gamboa, quien ha firmado sus primeros poemarios como Lucía de Paula, ha escrito una novela que solo puede suscitar admiración. Es una novela autobiográfica aunque ha preferido usar la tercera persona para evocar su infancia, su pubertad y el paso por la adolescencia. Todo sucede en un ámbito que simula lo real maravilloso de las comarcas sancarleñas, las bocas del Río San Carlos, del San Juan, y otras regiones agrestes o semiurbanas, en los mediados del siglo XX, que en condiciones de pobreza, pero riqueza natural, ven desenvolverse la vida de una familia y demás personajes que le rodean.
Para reconstruir esta vida en sus inicios, requirió la autora, y se propuso ser fiel a su memoria, un estilo narrativo que debe encontrar espacio para ficcionar en torno, no solo a los recuerdos, sino también a lo que contaban los personajes que rodean a esta sensible y talentosa niña que no quería vivir. El abuso, las condiciones dificultosas, pero a su vez, la comprensión de que es posible una vida mejor, llevan a la narradora a descubrir un mundo, terrible y maravilloso a la vez, y a alternar las peripecias noveleras con cuentos y relatos que van descubriéndonos personajes realistas que a veces parecen salidos de la fantasía.
De más está decir que lo narrado abunda en detalles históricos y geográficos que se suman a la novela con sabiduría y tal y como lo vivieron los personajes. La madre es al final el personaje que nos deslumbrará. Novela de belleza poética inigualable, feminista sin caer en fanatismos ni consignas. Vivencial, conmovedora.