Pequeñas patitas, grandes valores
... Y ahora, mientras tú lees estas palabras, tal vez —solo tal vez— el Alilobo te esté mirando.
Tal vez sus ojos de plata parpadeen, esperando esa chispa en ti. Porque en algún momento, querido lector, querido caminante de bosques y sueños, tú también tendrás que decidir: ¿Repetir… o transformarte?
La respuesta, como el susurro del viento entre los árboles, no vendrá de afuera. Vendrá de tu propio corazón. Y cuando llegue, no temas. El Alilobo ya ha visto que cada pequeño cambio es una semilla de eternidad. Solo hace falta dar el primer paso.