Puertos, migraciones y redes masónicas
Las redes masónicas prosperaron a través de las rutas imperiales de agua de los comerciantes, los buques de guerra y los regimientos militares, ofreciendo un espacio de hermandad e identidad en ultramar. La orden se expandió alrededor del Mediterráneo alcanzando al Magreb y al Imperio otomano, desde el Atlántico hasta el mar Caribe, a lo largo y ancho del mundo Pacífico, bordeando África hacia la costa de los suajilis y desde el sureste asiático, pasando por el mar de la China Meridional, hasta los imperios Qing y del Japón.
En este contexto, se consolidó el espacio portuario como el lugar de sociabilidad, inserción e identidad de los masones en ultramar. Se trató de ese lugar de continua llegada y salida de extranjeros, donde en ocasiones las lógicas racistas y xenofóbicas pasaron desapercibas en la esfera masónica y, si no lo hicieron, las dinámicas de exclusión y marginalidad socioeconómica llevaron a los grupos racializados a manufacturar sus propias formas de sociabilidad masónica.
El ideal de fraternidad masónica creó vínculos entre sus miembros que sobrepasaron largas distancias, fronteras políticas y paradigmas culturales.