El Viaje del Perro con Hambre
Lo tenía claro, sabía que en algún momento de la vida iba a hacerlo. También, tanto como a mis amigos, a mí me asaltaba la inquietud, el qué iba a hacer una vez estando afuera, de qué iba a vivir, comer, cómo me iba a transportar de un sitio a otro si no conocía a nadie y ni siquiera sabía tocar un instrumento o hacer pulseras, por decir algo, que se pudiera aprender antes de tomar esta decisión y me sirviera para sobrevivir. Pero a mí, los únicos miedos que más me aterraban eran el de subirme en un avión, por mi temor a las alturas...y el de nunca haberlo hecho.
Ya me había leído algunas novelas que hablaban sobre viajar, lo ligero que te sientes en plena libertad, pero solo eran eso, libros que contaban la experiencia de alguien más, nunca la mía propia. Quise intentar salir muchas veces, ya fuese por medio de una beca de estudios, un viaje de placer, a conocer lo que decían los libros de geografía, o bien, los mismos documentales en los que me perdía por horas imaginandome estar allí. Así que, ya cansado de encontrarme muchas veces en las páginas de alguien más, de escribir lo que para mí podría ser viajar, sin nunca haberlo hecho más que en el territorio nacional, me fui. Supe siempre de otras personas conocidas quienes ya lo habían hecho y pensaba que al modo en el que yo lo hice, fue también el suyo, hasta que regresé, conversé con algunos y en apariencia este viaje fue un poco más osado de lo que a ellos les hubiese tocado hacer.
Entonces, al final parece haber valido la pena, pues con la misma inocencia con la que partí al creer que el mundo afuera de estas fronteras en las que ahora escribo y extrañé tanto, es tan noble y bueno, también regresé. Siempre que conversé con personas de muchas nacionalidades, de recibir sus ayudas o incluso una mínima sonrisa, se despertaba en mi aquella frase del maestro Facundo Cabral “el bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso”. Ahora que ya pasó mucho tiempo luego de este gran viaje, lo pude comprobar e intenté plasmarlo en este libro que hoy usted como lector tiene en sus manos.
Para finalizar, espero que luego de leer este recorrido Sudamericano, se animen y así luego escriban también su propia aventura…
Jason Arias-Vargas