Evangelio de arena
Su relato es un regreso sobre las huellas que, en su atrevimiento, el evangelio asentó solo para que las descubrieran quienes perciben en la humanidad herida los esbozos de lo divino y sus misterios.
Juan Esteban Londoño nos trae a Shimón y sus rememoraciones justo ahora, cuando noches que creíamos desterradas tras sacrificios que nos legaron libertades y derechos con su pátina institucional se vuelven a cernir casi por doquier. Es la necesaria terquedad que nos lleva a decir, también a nosotras y nosotros: «Al fin y al cabo, el rostro de Dios es una tumba vacía».