Reseña

Este libro toma vida y forma, acompañándose de la palabra bíblica y poniendo en práctica lo que ya la misma palabra nos dice.
De una manera sencilla, el autor trata de hacernos entrar en el entendimiento de algunos elementos proféticos desde el principio y aplicables al día de hoy. Son armas que desde el Antiguo Testamento están ahí como el ayuno, oración, adoración, la misma palabra, y las declaraciones de nuestra boca, para hacernos ver la simplicidad poderosa con la que Dios desea que actuemos.
Todo lo que usted verá aquí será una variedad de lecciones sobre temas como la identidad del intercesor y las armas que debemos recuperar para la guerra espiritual. Explica la importancia de las perspectivas de Dios, de las personas y de nosotros mismos, para poder cumplir las asignaciones que Dios nos entrega.
Nos anima a ir más allá de la superficie de lo que conocemos como guerra espiritual.
Detalla algunas características y requisitos para ser un buen intercesor,
contiene simbolismos proféticos que el autor trata de ampliar con el objetivo de estudiar las estrategias sobre la toma de territorios.
El libro nos muestra características sobre el carácter de Dios, el cual Él quiere que reflejemos en nuestras vidas.
El intercesor debe afinar sus sentidos y su celo santo para identificar todo mover falso, destruir fortalezas y levantar muros espirituales a favor de otros. Entre muchas cosas más.
La narrativa abarca parte del libro de los Jueces con los primeros 300 Intercesores proféticos que Dios llama al lado de Gedeón.