El rastro de la mariposa
Maestra en el arte de ajustar el delirio a la razón, de una
manera que no puede menos que recordar la inventiva de
Raymond Roussel, Eunice Odio elabora en El rastro de la
mariposa un relato inquietante y magnético, donde tan a
menudo sentimos cercanía como de pronto extrañeza y
descolocación, tal como le pasa en estas páginas al pintor
que, tras visitar a un científico que trabaja en la copia genética
de un animal milenario, sale a la calle sumido en
un «estado de conocimiento de la irrealidad profunda de
la realidad».
En su poesía, Eunice Odio renovó las formas del asombro y
posó su atención con delicadeza idónea en las mariposas,
en sus maneras y su despegue en el mundo. En este relato
notable, la poeta imagina el origen del vuelo, «la forma
donde nace la chispa vital». Y sus lectores nos vemos de
pronto elevados, con la mirada clavada en lo que ocurre y,
sobre todo, en lo que puede ocurrir. En lo posible, que acá
muestra sus abismos.
Vicente Undurraga