Reseña

¡Salte! ¡Correr! ¡Debemos dejar este lugar! ¡Van a destruir todo este lugar! ¡Vamos, niños, corran primero! ¡Ve ahora!

Estos fueron los últimos gritos que Kim Phuc, de nueve años, escuchó antes de que su mundo se disolviera en llamas, antes de que las bombas de napalm cayeran del cielo, quemando su ropa y abrasando profundamente su piel. Es un momento capturado para siempre, una imagen icónica que ha llegado a definir el horror y la violencia de la guerra de Vietnam. Kim fue dada por muerta en una morgue; Nadie esperaba que sobreviviera al ataque. Napalm significaba fuego, y fuego significaba muerte.

Contra todo pronóstico, Kim vivió, pero su viaje hacia la curación apenas comenzaba. Cuando cayeron las bombas de napalm, todo lo que Kim sabía y en lo que confiaba explotó junto con ellas: su hogar, la libertad de su país, su inocencia y felicidad infantil. Los próximos años estarían marcados por tratamientos insoportables para sus quemaduras y un dolor físico implacable en todo su cuerpo, que eran recordatorios constantes de ese terrible día. Kim sobrevivió al dolor de su cuerpo en llamas, pero ¿cómo podría sobrevivir al dolor de su alma devastada?

La ruta del fuego es la verdadera historia de cómo encontró la respuesta en un Dios que sufrió a sí mismo; un Salvador que realmente entendió y se preocupó por las profundidades de su dolor. La ruta del fuego es una historia de horror y esperanza, una historia desgarradora de una vida cambiada en un instante, y el poder y la resistencia que solo se pueden encontrar en el poder de la misericordia y el amor de Dios.