Tengo sed
En una especie de autobiografía proyectada en sueños, el autor viaja por la Provincia Potranca a través de los siglos, por medio de la vida de aquellos personajes centenarios que viven en "las tierras azules": personas de una longevidad que sobrepasa el siglo. Mediante la vida de estos centenarios el autor discurre en el desastre ecológico que ha sufrido la Península de Nicoya y su sueño de una Isla Verde donde no imperen el lucro desmedido ni la destrucción del hábitat natural de las especies vegetales y animales, en comunión con la vida humana. Más que una narración nostálgica sobre las bondades del pasado, es un panegírico doloroso ensalzando aquellos modos de vida sencillos y respetuosos del ambiente de los mayores, los centenarios, entremezclados con pinceladas de sus frustraciones profesionales queriendo urbanizar las ciudades con calidad humana.