CARRUSEL DE TINIEBLAS
PROEMATOS
En el libro, los objetos y la naturaleza se humanizan y el ser humano se siente muñeco, títere de la palabra, de lo impredecible. Las metonimias y las metáforas poetizan el texto cuando comparan y sustituyen para convocar imágenes disímiles.
El no significar un estado coyuntural sino ser una construcción ontológica hace más complejo y profundo el desconcierto. Con un agravante: las “tinieblas”, además, remiten a algo sórdido, oscuro, lóbrego, confuso, tenebroso, en otras palabras, negativo. A veces, en los _proematos_ (como los llama el autor), esta percepción incluso raya en lo escabroso, en lo hiperbólico.
El texto replica la estrategia afectiva y, siendo de tinieblas, sombrío inserta el humor, la parodia, el chiste que de nuevo puede explotar en lo inverso con la ironía y la sátira. A veces se percibe solo como un reír llorando o llorar riendo.
El carrusel del poeta Chaverri Hernández no “está en un contexto de tinieblas” sino “es de tinieblas”.